25 de marzo. Anunciación del Señor. Fiesta Patronal de la Familia Marianista

25 de marzo. Anunciación del Señor. Fiesta Patronal de la Familia Marianista

El 25 de marzo, Solemnidad de la Anunciación del Señor, celebramos también nuestra Fiesta Patronal como Familia Marianista. Es una fecha que nos llama a renovar nuestro compromiso con los valores que nos identifican como familia espiritual, una familia llamada a vivir y transmitir la fe con el estilo de María. El surgimiento de numerosas familias carismáticas en la Iglesia es un signo evidente de la acción del Espíritu Santo. Cada carisma es una expresión de la creatividad y generosidad del Espíritu, manifestada en personas, comunidades y proyectos concretos.

Nuestra Familia Marianista es un claro ejemplo de esta dinámica del Espíritu. Este carisma, inspirado por los beatos Guillermo José Chaminade y Adela de Batz de Trenquelléon, nos une como comunidad de fe, esperanza y amor. Nos llama a vivir nuestra fe en alianza misionera con María, la primera y más perfecta discípula de Cristo, quien nos enseña a decir “sí” a Dios con generosidad y valentía, convirtiéndonos en instrumentos de su amor en el mundo.

Desde sus inicios, el carisma marianista fue concebido como un proyecto global, no como una serie de iniciativas aisladas. Las diversas ramas que lo conforman —laicos, laicas consagradas, religiosas, religiosos laicos y sacerdotes— reflejan esta visión integradora y colaborativa, donde cada uno aporta su propio don para enriquecer la misión compartida. Creemos que la fe se vive y se fortalece en la comunión con los demás, en un ambiente de fraternidad y apoyo mutuo.

La espiritualidad marianista es profundamente comunitaria y se caracteriza por: un amor profundo y confianza en María, como modelo de fe y discípula perfecta, una vida comunitaria, que refleja la unidad y diversidad de los primeros cristianos, y una misión educativa y transformadora, que busca formar personas comprometidas con la justicia y el servicio.

Somos una familia esencialmente misionera. Nuestro carisma nos impulsa a prolongar la acción de Cristo en la historia, trabajando por la venida del Reino de Dios de la mano y en alianza con María. Más que una simple llamada, esta misión es una forma de vida. Ser parte de la Familia Marianista significa vivir con esperanza, alegría y compromiso, confiando en el poder del Espíritu y en la intercesión de María para transformar el mundo según el plan de Dios.

Señor Dios, Padre de todos nosotros,
te damos gracias por haber llamado a la vida
a la Familia Marianista.
Te pedimos que nos ayudes a vivir siempre nuestro
carisma con alegría y fidelidad.
Que, guiados por el Espíritu Santo,
seamos una luz para el mundo y testigos de tu amor.
Te suplicamos que nos concedas la sabiduría
para discernir tu voluntad
en cada momento de nuestras vidas y la fortaleza para
seguir tus caminos con determinación.
Que nuestras acciones reflejen siempre
tu amor y tu misericordia,
siendo testimonio vivo de tu presencia en el mundo.
Ayúdanos a construir comunidades de fe y servicio,
donde cada miembro se sienta acogido y valorado.
Que sean verdaderos espacios
de encuentro y de crecimiento,
donde se viva la fraternidad y la solidaridad.
Que nuestra devoción a María, nuestra madre,
nos inspire a ser siempre
portadores de paz y reconciliación.
Amén.