02 Mar Clamemos paz en una cuaresma inédita
No nos podemos acostumbrar. El camino siempre es nuevo. La liturgia nos introduce en el misterio de la fe que alumbra el aquí y ahora. Este arranque de la cuaresma llega recordándonos que el corazón humano, el tuyo y el mío, están necesitados de sanación. Nos grita a cara de perro que precisamos poner los pies detrás de las huellas de Jesús, mientras sube a Jerusalén, para gritar sobre la cruz, la fuerza insospechada del amor incondicional, que asume sobre sí nuestras negruras cenicientas, para abrasarlas y redimirlas con el perdón y la reconciliación.
Es miércoles de ceniza y mis hermanos y hermanas lloran en Ucrania y alcanzan el corazón de un Dios que quiere que todos sus hijos se salven, vivan, tengan paz y dignidad. No puedo, no podemos vivir una liturgia vacía, distante del corazón todocompasivo del Padre de nuestro Señor Jesucristo. Y por eso tenemos que clamar PAZ. Y hemos de buscar la paz del corazón. Y nos hemos de empeñar en hacer la paz que sana nuestras relaciones. Eso es hoy no echar en saco roto la gracia de Dios, que es Jesús, la Palabra interpelante que nos dice: conviértete y cree en el Evangelio.
Tenemos 40 días por delante y no van a ser fáciles. Porque la pasión no es algo que atravesó Jesús hace 2000 años sino aquello que vive en el hoy y en el drama de nuestra gente, arrasada por el dolor, el miedo y la violencia que se desata en las manos de quien pierde la cordura y el respeto a esos templos sagrados del Espíritu de Dios que son los hombres y mujeres que respiran el aire de nuestro mundo.
Dejémonos atravesar el corazón. Volvamos la mirada hacia nuestros hermanos. Vivamos la pasión de Dios por sus criaturas. Oremos sin descanso y repitamos con el profeta: “Ten compasión de tu pueblo, Señor”.
Rafael Iglesias sm