12 Jul Daniel Pajuelo sm: “La misión transfigura, te hace encontrarte con el Padre, y a mi YouTube me ha ido transformando también como sacerdote para mucho bien”
“La verdadera revolución de lo digital es que es capaz de producir el encuentro, incluso uno trascendente, el encuentro con Dios”. Así nos explica Daniel Pajuelo (Valencia, 1977), sacerdote marianista, informático y primer cura hispanohablante en YouTube, cómo vive él su misión en Internet, un lugar que describe como “una oportunidad para salir a las periferias, a la gente herida por la Iglesia católica, a los alejados…”. Este curso ha llegado al millón de suscriptores en su canal. Una hazaña que muy pocos consiguen en el continente digital y ha logrado que grandes ‘influencers’ como Ibai o AuronPlay le abran las puertas de sus casas y se entrevisten con él. Humilde y sincero, no duda que es Dios quién hace posible esos encuentros. En esta entrevista hace un repaso de estos años y nos cuenta luces y sombras de su misión.
Cuando buscas Dani Pajuelo en Google, siempre te describen como ‘sacerdote YouTube’. ¿Cómo te sientes con esa definición?
Entiendo que en el mundo de los personajes públicos hace falta enmarcarte en algún sitio, y lo de ‘cura youtuber’ funciona. Antes era el cura rapero, son formas de nombrarte. Es una parte de mí, aunque no el todo. No me siento encajonado, no me encierra, y me gusta que vayan combinadas las dos cosas: la parte de cura, que en la sociedad en general, suena a antiguo, cerrado, incomprensible, y la parte de youtuber, que es moderna, actual. Esa combinación hace pensar a mucha gente: ¿cómo es posible que exista esa doble dimensión en una persona? Muchos piensan que estoy actuando: o bien de cura o bien de youtuber. Luego me buscan, ven mis videos, comprueban que es verdad y eso genera preguntas en la gente. Eso me gusta. En realidad, en nuestro carisma, el nova bella elegit Dominus, está muy presente: es una forma de traer las preguntas que suscita Jesús a un terreno muy inexplorado por nosotros.
¿Cuándo decidiste lanzar tu canal de Youtube y con qué finalidad?
Entre 2013-2016 es cuando se incuba la idea. En 2013 me ordenan sacerdote, tras casi 20 años de vida religiosa, y vuelvo de Roma, después de 4 años estudiando Filosofía y Teología, a Carabanchel, al colegio Amorós. Ahí me doy cuenta de que mis alumnos consumen un montón de YouTube, algo que no ocurría 4 años antes, cuando daba clases en Valencia, y siento una gran distancia cultural con ellos… Me hizo sentir viejo y con vértigo de perder pie en la educación. Tenía 36 años.
¿Y qué hiciste?
Siempre he pensado que para educar hay que hacer una labor grande de abajamiento: si tú no haces el esfuerzo de entender a tus alumnos, comprender su cultura y escucharles, es muy difícil que ellos te presten atención, porque les pareces un extraterrestre, que viene de un mundo extraño. Así que hice un gran esfuerzo por entenderles y, en todo ese buceo, descubrí YouTube como un mass media tremendo donde podía entrar cualquiera sin tener que hacer una inversión espectacular. Vi que era una gran oportunidad. Empecé haciendo mis pinitos y finalmente en 2016, después de meditarlo mucho y escuchar en un Congreso de iMisión cómo YouTube era ya el segundo buscador más utilizado del mundo y que los únicos contenidos que había sobre la fe eran parodias, ataques injustos, difamaciones… me dije que tenía que intentarlo. Lo recé, lo hablé con mi provincial, me dijeron que sí y ¡me lancé!
¿A quién te querías dirigir? ¿Por qué?
Desde el principio, mi objetivo era salir a las periferias, a la gente herida por la Iglesia católica, alejada… siempre a los jóvenes. Cuando me preparaba para el sacerdocio la imagen del cura, debido a los escándalos de los abusos sexuales, se iba denigrando cada vez más. Sabía que mi condición, ya humillada de entrada, era una oportunidad para salir a pedir perdón, buscar reconciliación, escuchar a las víctimas, no solo a las de abusos sexuales, sino las víctimas de una Iglesia que, muchas veces, ha dejado mucho que desear si la ponemos al lado del sueño del papa Francisco que recoge en la exhortación Evangelii Gaudium (2013).
Cuentas que lloraste la primera vez que la leíste…
Sí, porque sentí que estaba leyendo el Evangelio de nuevo. El Papa nos dice que sueña con una Iglesia que sea un hospital de campaña, donde todas las personas de toda clase social y condición sexual, política, económica o racial, puedan venir a curar sus heridas. Mi canal de Youtube es el Evangelii Gaudium llevado a un proyecto digital, al estilo marianista. A todas estas personas heridas, se les acoge, y aquellos que se preguntan de dónde me viene la alegría, el ungüento que me cura, pueden escuchar el testimonio de aquellos que creemos en Jesús. Ese ha sido mi proyecto que coincide con lo que yo siempre he mamado en los marianistas: cero proselitismo, la humildad de María, el testimonio del que educa y no manipula ni coarta, ni violenta las conciencias sino que las forma para ser críticas, que respeta el proceso de las personas… Sé que mi proyecto en YouTube era ese pero me fue costando encontrar el lenguaje.
¿Qué tipo de contenidos haces para llegar a esa gente?
Ha ido evolucionando, pero hay tres patas en las que el proyecto ha crecido. Los análisis en canciones de rap; las entrevistas a personas de la plataforma y algún rapero, que yo llamo “Encuentros Providenciales” y es mi forma de decirle a una persona que no cree que en él veo a Dios también; y, por último, temas relacionados con el crecimiento de la fe. Es la más escasa pero me he visto muchas veces obligado a hacerlos por los comentarios que me iban dejando en el canal, sobre todo de muchos grupos fanáticos, anclados en tradiciones de hace siglos, en el Dios del miedo, que no tienen casi formación… Así que alguna vez he tenido que hacer videos sobre algún tema concreto porque veía que había mucha confusión. Esto me gusta mucho y es mi parte más sacerdotal pero también he aprendido bastante porque me he tenido que hacer las preguntas no solo de manual, sino escuchar las preguntas y ver de qué contexto nacen. Por ejemplo, no es lo mismo hablar del mal como concepto filosófico, a cuando te viene una persona y te cuenta que su padre le pegaba palizas cuando era pequeño y mató a su madre. O, por ejemplo, con la comunidad LGTBI. Yo venía con este tema muy leído desde el punto de vista teórico, y luego conoces a la gente, el amor de las personas, sus historias y te das cuenta de que en la Iglesia no nos hemos parado a escucharles…
Yo ya sabía que YouTube me iba a evangelizar, porque todo misionero en salida, acaba siendo evangelizado también en su misión: pasa cuando vas a los pobres, cuando te implicas en la educación, cuando eres catequista… La misión transforma, te transfigura, te hace encontrarte con el Padre, y a mi YouTube me ha ido transformando también como sacerdote para mucho bien.
También has vivido momentos duros…
Sí, recibo odio, ha habido épocas horribles, aunque ahora estoy más tranquilo porque lo escucho menos. No pensaba que en este camino los mayores haters fueran a ser desde dentro de la Iglesia. Hay un sector que le repugna ver a un sacerdote que no se viste con sotana, que se junta con ateos, que bebe cerveza… He visto sacerdotes que han hecho campañas, videos contra mi. Ese odio nunca desaparece pero he aprendido a caminar con ello y ha habido tres cosas que me han ayudado. Por un lado, el ver que la vida de Jesús es una vida de permanente conflicto con los tradicionalista de su época. Esto me consuela. Por otro lado, el papa Francisco es objeto de un odio desbocado. Así que pienso, si a mi me llega el 0,02% de lo que le toca a él, es que voy por buen camino. Y, por último, la comunidad. El hecho de que yo subo mi video, lo publico, pero luego me voy a dar mis clases y vivo con gente que se la ‘trufa’ YouTube, me viene muy bien. Es otra esfera: nos vamos de excursión, rezamos juntos, y esto me ayuda a decir: «el mundo no es YouTube, el cura que se mete contigo en YouTube no es todo”.
¿Cómo vives esa fama, esa sobre exposición?
Pienso que ya ser cura es una sobre exposición, porque te van a juzgar más fuerte que a cualquier otro, así que ya lo tenía asumido, pero YouTube hace que te conozca muchísima gente que no te esperas y a veces da un poco de vértigo. Sobre todo cuando vivía en Madrid, iba al cine o a comer una hamburguesa, y siempre había alguien que me reconocía. Era como no estar solo nunca. Pero todos mis encuentros han sido agradables. Pienso que es una oportunidad de influir positivamente pero también que la fama es muy frágil en este mundo. Yo sé que si apago ahora YouTube dos años, ya nadie se acordará de mí, porque habrá otros. Todo pasa.
¿Has pensado alguna vez en dejarlo?
Por dentro sí que lo he pensado en algún momento, pero no me lo he planteado seriamente porque vivo esto como un envío de Dios, no como un proyecto personal. El Señor me quiere aquí ahora mismo, pero también me siento muy libre de que la Provincia me envíe a donde sea. Me gustaría que mi paso haya abierto camino y creo que lo estoy haciendo porque Youtube, a nivel católico, ya no es lo mismo que hace unos años.
¿Por qué crees que no hay más presencia de religiosos en las redes sociales?
Las congregaciones somos muy lentas y hemos sufrido pérdida de vocaciones. Siempre tengo presente a todos los artistas de las congregaciones (cantautores, músicos, etc) que se han ido saliendo… Es difícil porque, por un lado, la vanidad y el ego te sacan de la humildad que se necesita en la vida religiosa: el aplauso de fuera y la indiferencia de dentro, en tu casa, puede romperte por dentro. A mí, en cambio, eso me ayuda. El estar en un congreso con 600 personas donde me han aplaudido, me han pedido autógrafos, me han dado las gracias, etc. y llegar a casa, decirles que he estado en un congreso y me digan que ‘muy bien’ y ya está, a mí me ayuda. Para mí eso es bueno y me digo: “¿Y qué si has estado en un congreso de 600 personas si este hermano que tienes al lado tiene 80 años y ha dado su vida por el Evangelio, ha dado clases a miles de alumnos y ha hecho cosas que jamás saldrán en los periódicos?”
Por otro lado, las congregaciones no hemos sabido acompañar a las personas artistas, proféticas, sino que las hemos considerado un estorbo: “¿Si nosotros damos clase, tú, qué haces cantando?” A veces hemos tenido una estrechez de miras. Mientras rezamos al Espíritu Santo para que nos inspire y nos abra caminos, muchos han preferido el horario cerrado, la misión concreta, la obediencia en un sobre… No le hemos dejado espacio al Espíritu, sino que nos hemos quedado en una vida cómoda.
¿Tenías miedo de que esto pudiera afectar a tu vocación?
Sí, esto siempre estaba en mi mente. Pero creo que he ido purificando en que me siento enviado en lo digital, no hago lo que me da la gana, sino que hago aquí mi misión marianista. No es mejor ni peor que otras. Me siento en mi sitio. Ahora mismo me veo con la experiencia suficiente de hacer de esto una carrera de fondo, tengo muchos contactos en la comunidad, gente muy atea, muy quemada con la Iglesia, la gente a la que quería llegar me quiere, me aprecia. Y cuando digo me quiere, pienso siempre: esta gente atea, alejada, quiere a alguien de la Iglesia. En el cara a cara con Dios no podrán decir a Dios “No, es que tú nunca me enviaste a nadie”. No, porque un cura fue a tu casa, se sentó a tu lado, te escuchó, habló de la bondad que había en ti. Estoy intentando ser la Iglesia en salida del mundo digital.
¿Ha habido algún encuentro que te haya marcado especialmente?
Un montón. Hoy, por ejemplo, en la entrevista que he tenido hoy con Zellendust, ha contado, por primera vez, el momento en que decidió saltar delante de un coche para morir… Han sido muchas veces las que de repente experimentas que estás siendo mediación del encuentro con Dios con una persona que no cree pero que ha encontrado algo que le permite sacar sus heridas, dejarse querer, el hospital de campaña del papa Francisco. Hoy lo he vivido otra vez.
Tú has logrado que personas como AuronPlay o Ibai, con millones de seguidores y muy reacios a conceder entrevistas, te abran las puertas de sus casas. ¿Por qué crees que te dicen que sí?
Ahora, después de más de 30 entrevistas, ya me he ganado una reputación de una persona que no busca el morbo, que genero un clima agradable, que hace que la gente pueda hablar con libertad… Pero es que antes de esos he hecho entrevistas a gente grande que me han abierto las puertas. Yo creo que es Dios que debe estar por medio, tocando los corazones, porque sino, no me lo explico… Creo que el hecho de ser sacerdote y de salirse un poco del molde de lo que ellos consideran ser cura, les hace preguntarse primero: “¿este quién es?” Y luego, yo quiero pensar que ven algo de Jesús ahí, porque por muy alejado que uno esté de la Iglesia, todo el mundo tiene una idea positiva de Jesús.
¿Crees que les puede la curiosidad?
Decimos que la vida religiosa tiene una función profética, que apareces con un estilo de vida totalmente diferente. Por ejemplo, el vivir en comunidad con gente de diferentes edades, con proyectos de vida algo diferentes, pero que compartamos, nos queramos y nos cuidemos hasta la enfermedad… Es muy raro en este mundo y la profecía es hacer presente a Dios de una manera que interroga. Es decir, no ves a Dios directamente, pero ves algo que te cuestiona, como la zarza ardiente de Moisés, que arde y no se quema. Te cuestiona. Creo que yo, sin proponérmelo, viviendo mi simple vida religiosa, me he convertido en una profecía, en un interrogante, y eso facilita que me abra la puerta mucha gente.
¿Has recuperado esa desconexión que comentabas con los alumnos? ¿Cómo te recibieron en Jerez?
En Amorós, los alumnos me vieron crecer en YouTube. Fue muy ilusionante. Cuando hacía las entrevistas, luego invitaba a los youtubers a que saludaran a los alumnos. En cambio, cundo llegué a Jerez fue diferente porque yo era famoso, ¡los chavales querían autógrafos! Pensé que sería un problema porque, para dar clase, necesitas una distancia con el alumno, pero se disipó enseguida. Son muy respetuosos. El gran cambio es que ahora todo va muy rápido y ya no hay un mainstream. No es fácil decir una moda que tengan todos los jóvenes porque hay muchas corrientes…
Creo que la educación es un continuo ejercicio de encarnación y cuanto más mayor, más difícil, porque las neuronas están más quietas. Quiero pensar que lo más genuinamente marianista es estar siempre abierto al Espíritu, y tener una mente agradecida y sorprendida… Me gustaría tener siempre una mirada esperanzada, agradecida de la vida.
Por: Mar Tagle, responsable de comunicación de la Provincia de España