
10 Sep Día de alegría, recogimiento e ilusión
Desde el colegio se nos propuso con ilusión la posibilidad de asistir a los actos de la Beatificación del Padre Chaminade en Roma y no me lo pensé dos veces (eran otros tiempos y otras circunstancias). Se nos daban facilidades para pagar el viaje…
Lo cierto es que solo nos decidimos la Srta. Manuela Montero, la Srta. Teresa Giertych y un servidor. Era la primera vez que viajaba al extranjero.
Recuerdo que nos alojamos en el “Hotel Summit”. Compartía habitación con el Padre José Mª. Alvear y tuve la oportunidad de conocer a un seminarista hoy sacerdote, Antonio Montero, que marcó bastante mi viaje.
Nunca olvidaré la llegada a la ciudad, con un calor sofocante, y las visitas obligadas: Coliseo, Vaticano, Catacumbas de Santa Domitila, Fontana de Trevi… pero el viaje tenía otro fin y eso le daba un plus…
La víspera de la Beatificación vivimos un momento de oración en un colegio inmenso y con muchas personas procedentes de diferentes países con presencia marianista. Grata sensación de pertenencia a un amplísimo colectivo que compartía una misma ilusión.
Llegado el día de la Beatificación nos dirigimos hacia la Plaza de San Pedro con bastante antelación. Nos dieron unas bufandas publicitarias identificativas. La Plaza estaba a rebosar. Gran nerviosismo, se acercaba la hora. Había muchos seguidores de Pío IX y, sobre todo, de Juan XXIII, que igualmente eran beatificados junto al Padre Chaminade.
Muy emocionante la gran procesión de entrada que acababa con S.S. el Papa Juan Pablo II para presidir la ceremonia. Preciosos los cantos que se entonaron durante la Eucaristía. Cada vez que nombraban a alguno de los cinco beatificados se escuchaba un fuerte aplauso; bastante más potente en el caso de Juan XXIII que en el caso de nuestro fundador, pero seguro que con el mismo cariño.
Tras el acto, recuerdo que el Papa hizo un pequeño recorrido por la Plaza de San Pedro y pudimos verlo bastante cerca.
Al día siguiente, en la Basílica de San Pablo Extramuros, tuvo lugar la Misa de Acción de Gracias. Debo decir que fue para mí el momento de mayor recogimiento.
Así culminaron unos días especiales que recordaré siempre.
Manuel Jesús Robledo. Profesor. San Felipe Neri (Cádiz)


