Experiencia de Iglesia viva

Experiencia de Iglesia viva

El 3 de septiembre del año 2000 en Roma, lo guardo en mi corazón como un día único e irrepetible. Haber participado en la Beatificación del Padre Guillermo José Chaminade fue para mí una experiencia de Iglesia viva: éramos miles y miles de personas reunidas, venidas de distintas partes del mundo, distintos idiomas y culturas, pero todos con un mismo gozo: celebrar a nuestro fundador. A pesar de no conocernos, una sonrisa, un saludo o un gesto de acogida nos identificaba como Familia Marianista. Ese día comprendí que el sueño del Padre Chaminade se hacía realidad: un pueblo unido en torno a María, que aspira a la santidad en medio de la fragilidad.

En aquel tiempo yo era postulante, y sentía que Dios me regalaba esta gracia como un impulso para confirmar mi vocación. Hoy, mirando hacia atrás después de 25 años, doy gracias porque esa semilla ha crecido: ahora soy religiosa marianista ecuatoriana, y sigo caminando con alegría en esta familia espiritual.

El Padre Chaminade decía: “Somos misioneros de María”. Esa frase marcó mi vida y la llevo en el corazón. Gracias a ella no tengo miedo de ir a donde el Señor y María me envíen, aunque sean lugares desconocidos o peligrosos. Me siento acompañada por el Espíritu Santo y sostenida como hija de María, que camina a mi lado en cada misión.

También he visto cómo Dios ha transformado mi familia. Antes éramos católicos “de etiquetas”, y hoy mi familia celebra la Eucaristía todos los domingos inhallable y entre semana la Eucaristía cuando son festividades especiales. Dos de mis hermanas son laicas marianistas, otra participa en la Renovación Carismática, y en la casa de mi familia que se encuentra en el centro de Quinindé acogen a niños, adolescentes y adultos junto a los laicos marianistas de Quinindeños para formarlos en la fe. Mi familia, que al inicio no entendía mi vocación, ahora reza por mi perseverancia y me brindan su apoyo y confianza. De lo poco que tienen son muy generosos, una vez escuché de una de mis hnas. cuando les dije no estarán gastando, eso era en una propuesta de misión, pero su respuesta fue: “Todo lo que sea para Dios somos muy generosos” Me dejó sin palabras.

En estos 25 años de la Beatificación del Padre Chaminade, puedo decir que su legado es una herencia viva que sigue animando a la Familia Marianista en el mundo. Su confianza absoluta en Dios y en la misión de María nos impulsa a ser constructores de esperanza, a vivir con fe en medio de las dificultades y a soñar con una Iglesia más unida, más mariana y más misionera.

Hoy doy gracias a Dios por haberme permitido ser testigo de aquel día inolvidable en el año 2000 y por hacerme parte de este gran sueño: ser, junto con otros, misionera de María para nuestro tiempo.

“A tiempos nuevos, métodos nuevos.”

Esta frase nos animar a los cristianos a no tener miedo de evangelizar con creatividad, respondiendo a los desafíos de cada época, siempre fieles al Evangelio y con María como modelo y guía.

Hna. Martha Guananga (F.M.I.)