
11 Feb Javier Anso Bernard (1948-2024): «Un gigante de la justicia y la paz»
Escrito por Pachi Canseco, SM

La fotografía de la portada corresponde a la entrega a Javier del Drago de Oro, la máxima distinción del Ateneo de Cádiz.
El título “Un gigante de la Justicia y la Paz” está tomado literalmente del comunicado que nos envió el Consejo General de Justicia y Paz de España, poco después del fallecimiento de Javier, y que hemos reproducido en los anexos.
El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas reunida en París proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es un documento que marca un hito en la historia de la humanidad ya que establece, por primera vez, los derechos humanos fundamentales que deben protegerse en todo el mundo.
El 10 de diciembre de 2023, después del Angelus, el papa Francisco afirmó: “Hace 75 años, el 10 de diciembre de 1948, se firmaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta es como una vía maestra, sobre la que se han dado muchos pasos adelante, pero faltan todavía tantos, y a veces, desafortunadamente, se vuelve atrás. ¡El compromiso con los derechos humanos nunca se acaba! A este respecto, estoy cerca de todos aquellos que, sin proclamas, en la vida concreta de cada día luchan y pagan en persona por defender los derechos de los que no cuentan”.
Javier fue un entusiasta defensor, propagador y promotor de los derechos humanos y pagó en persona, como dice el papa Francisco, por defenderlos. Por ello estuvo en la cárcel y encerrado en una casa de Ejercicios, como veremos.
JAVIER, INFANCIA Y ESTUDIOS (1948-1969)
Javier nació en la bella y entrañable ciudad de San Sebastián el 15 de junio de 1948. Sus padres se llamaban José Anso y Carmen Bernad. Tuvieron cinco hijos: María del Pilar, María del Coro, Javier, María del Mar e Iñigo. Como era el primer hijo después de dos hijas, su nacimiento fue todo un acontecimiento. Su abuelo fue repartiendo habanos por todo San Sebastián. Con su madre, la amá, Javier tuvo una unión especial toda su vida.
Su padre, José, trabajó con el abuelo en el puerto de Pasajes, ya que era consignatario de aduanas. Después puso una tienda de deportes, sobre todo de caza y pesca, a las que era muy aficionado. Tanto su padre como su madre sabían muy bien francés e inglés. El padre también hablaba bien alemán, porque lo necesitaba para su trabajo en el puerto de Pasajes. Los padres decidieron que María del Pilar, Coro y Javier estudiasen en el colegio francés y María del Mar (Cuca) e Iñigo en el colegio alemán.
Sus hermanos destacan de Javier que era buenísimo, un niño espectacular, rubito, con rizos, maravilloso. “Era una luz en casa y adonde iba”.

En su familia Javier vivió la devoción a San José, que le acompañó toda su vida. Su padre se llamaba José, su abuelo José, su tía Pepa y él mismo se llamaba José Francisco Javier. La fiesta de san José se celebraba por todo lo alto.
Javier estudió en el colegio francés hasta los 10 años. En 1958 entró en el colegio católico Santa María (Marianistas), para hacer ingreso. En el colegio cursó todo el bachillerato, elemental y superior. Varios veranos participó en los campamentos organizados por el colegio en Las Hurdes, una región muy pobre al norte de Cáceres lindando con Salamanca, para construir viviendas para gente necesitada.
Concluidos sus estudios, se trasladó a Madrid para iniciar sus estudios universitarios. El primer año vivió con José Antonio Romeo SM en un piso de la calle Rafaela Bonilla. Gracias a él conoció la CEMI (Congregación de Estado de María Inmaculada), en la que ingresó poco tiempo después. José Antonio Romeo fue muy importante en su vida.
Al año siguiente se trasladó al Colegio Mayor Universitario Chaminade, que comenzaba a funcionar por entonces (1966). El colegio albergaba estudiantes, tanto religiosos marianistas como seglares. Permaneció en él hasta el año 1969. El mismo Javier define su estancia como “sumamente beneficiosa. He llevado con entusiasmo grande y relativo aprovechamiento mis estudios de Ciencias Políticas y Derecho”.
En una carta dirigida al Provincial de los marianistas, padre Miguel Sánchez Vega, el 10 de junio de 1969 le manifiesta su deseo de ingresar en la Compañía de María:
“Como fruto de una evolución psicológica, afectiva e intelectual normales, y con la ayuda de mi director espiritual, don Francisco García de Vinuesa SM, he sentido la necesidad de enfrentarme de modo directo y decidido a una cuestión que me ha acompañado durante algún tiempo: ¿tendré vocación de marianista? O, mejor aún, ¿me llamará Dios a servirle a Él, a la Iglesia y a los Hombres, mis hermanos, anunciando en medio de ellos las realidades que todos habremos de vivir en la vida gloriosa a la que estamos llamados y en razón de la cual hemos sido creados? Creo, y es por ello que ahora escribo esta carta, que Dios quiere que yo sea religioso”.
Siendo su primera carta al Provincial, Javier expone muy bien lo que está viviendo y es muy honesto. Se expresa muy bien y se abre con confianza. Esta será una constante en toda su correspondencia. Hay que destacar que Javier es la única vocación religiosa marianista surgida en el Colegio Mayor Chaminade.
La familia de Javier pensaba que sería diplomático, como muchos de sus amigos cuyos padres eran embajadores: “¡Qué bien, vamos a tener casa en muchos sitios!”. Ese deseo se hizo realidad de otra manera, como religioso marianista, porque su familia ha visitado a Javier en los diversos lugares donde ha estado, sobre todo su madre, la amá.
Si quiere conocer más sobre la vida de Javier Anso, SM le invitamos a leer el documento TESTIGOS, en el siguiente enlace: JAVIER ANSO, SM ‘UN GIGANTE DE LA JUSTICIA Y LA PAZ’
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