José Ramón García-Murga Vázquez (1936-2022): Venimos del Amor, vivimos en Amor, vamos hacia el Amor

José Ramón García-Murga Vázquez (1936-2022): Venimos del Amor, vivimos en Amor, vamos hacia el Amor

Escrito por Francisco Canseco, SM

Nacimiento e infancia

José Ramón nació en Cádiz el 29 de agosto de 1936, poco tiempo después de estallar la Guerra Civil. Fue bautizado a los dos días. Sus padres se llamaban Juan y María. Los dos eran naturales de Llerena (Badajoz). En el contexto que estaban viviendo su padre, al cogerle en brazos, recién nacido, comentó a su mujer: “María, este hijo nos lo da Dios para que sea cura”. José Ramón conoció esta anécdota después de su ordenación sacerdotal.

María y Juan eran muy religiosos, de comunión diaria. En ese ambiente de fe creció José Ramón. Su padre Juan sacó la plaza de judicatura en Llerena y posteriormente en Olivenza y Cádiz, donde fue presidente de la audiencia provincial. Tuvieron una finca en Llerena donde hacían misiones populares para sus empleados y los pastores de la zona.

José Ramón era el menor de cinco hermanos: tres hermanas llamadas Mary, Pepita y Lupe y un hermano llamado Juan. José Ramón afirmaba que dispuso de cinco madres: su madre María, sus tres hermanas y la tata Mariana que vivió 70 años con ellos. José Ramón era para ella como su niño chico, tenía adoración por él.

Su hermano Juan era once años y medio mayor que él. Fue su padrino de bautismo y un guía en su vida. Juan será en su momento el juez más joven de España. Como José Ramón era el más pequeño todos le querían enormemente con el inconveniente, como señala él mismo, de que tuvo una infancia excesivamente protegida.

Vivían en la calle Manuel Rancés, 3. Era una casa amplísima con tres pisos, amplia terraza y azotea. Culminaba en una torreta desde donde podía verse el mar y la llegada de los barcos.

Estuvo dos cursos en el parvulario de las Hijas de María en el edificio donde se encuentra la Torre de Tavira, el lugar más alto de Cádiz.

Después sus padres le matricularon en el colegio San Felipe Neri en el curso de ingreso. Acostumbrado a los pequeños deberes del parvulario, las tareas del colegio le resultaron al inicio una carga excesiva. Su padre estuvo siempre muy atento y le enseñó a estudiar.

A partir del tercer curso de bachillerato estudió en el colegio San Felipe Neri de Puerta Tierra donde se integró muy bien. Él mismo definió a la comunidad marianista como “maravillosa, joven, comunicativa, muy presente en los recreos”. En quinto de bachillerato tuvo como tutor a Alfredo Colorado que organizó la clase como si fuese una ciudad llamada “Loringrado”. Disponían de un periódico pinchado en el corcho de la pared trasera del aula. Lo leían y participaban en él.


Desde que entró en el colegio el padre José María Ruiz fue su director espiritual. El colegio organizaba una “Semana de la vocación” dedicada a la elección del estado de vida. De su promoción ocho compañeros fueron marianistas: Jesús García de Paredes, José Luis Velo, Enrique Calvo, Paco Martínez de Salazar, Julio González Tánago, Antonio Pacheco y Carlos Portillo.

Alfredo Colorado les habló con claridad sobre la vocación marianista. Al comentar con el padre José María Ruiz la posibilidad de ser religioso marianista, éste le contestó: “No veo nada que se oponga para que usted sea un magnífico religioso”.

Al llegar a casa dijo a su madre: “quiero ser sacerdote”. Su padre al saberlo a través de su madre contestó: “Bueno, ya veremos”. Fue muy duro para su padre ya que él esperaba que José Ramón fuese también juez como su hermano Juan. A su padre, ese mismo año 1953, lo habían nombrado magistrado del Tribunal Supremo, la culminación de su carrera. Por ese motivo se trasladaron a vivir a Madrid.

Su padre pidió consejo a varias personas sobre el deseo de José Ramón de ser religioso. Tras esa consulta decidió que José Ramón estudiase un año en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid. En su carta de petición de ingreso en el noviciado José Ramón hace referencia a esta decisión: “Cuando acabé el bachillerato y llegó el momento de la elección de carrera, tras haber oído conferencias de orientación, hecho Ejercicios Espirituales internos y asesorado por mi director de conciencia decidí abrazar el estado religioso. Por diversas razones mis padres no consideraron oportuno mi inmediato ingreso en la Compañía, juzgando más prudente un año de espera”.

Haciendo cola para matricularse, el siguiente a él, un hombre adulto, se fijó en su letra y le comentó: “Esa letra “E” es índice de inquietud religiosa”. Entre sus profesores tuvo a Sánchez Cordón, entonces director del Museo del Prado. Tenían que conocer muy bien el Museo del Prado ya que entraba en el examen.

Como la carrera le resultaba sencilla tenía mucho tiempo para ir al cine acompañado por su hermana Pepita. Iban a aquellas sesiones dobles que costaban tres o cuatro pesetas.

Un día se entrevistó con el padre Armentia. Le comentó que no estaba muy entusiasmado con su vocación. El padre Armentia le respondió que si le repugnaba ir al noviciado que no fuese. Le prestó dos libros. El primero era “El criterio” de Balmes. Le aconsejó especialmente el capítulo XIX referido a los muchos factores que influyen en los cambios de humor. El otro libro era “El Maestro te llama” del padre Bernardo Cueva. En él se citaba un testimonio de santa Teresa señalando que la despedida de sus padres fue para ella como separar uña de la carne.  Volvió a la semana siguiente a entrevistarse con el padre Armentia y le dijo “Sí”.

¿Qué le motivó a decir ese sí? Sin duda la gracia de Dios unida a todo aquello que su padre y el colegio le habían enseñado: “la determinación de elegir lo mejor, ser el primero, sacar las mejores notas, vivir en superación,…”.

José Ramón reconocía que fue una decisión racional, carente en cierta medida de afectividad. Al decir esto recordaba que el profesor de psicología le hizo durante la carrera diversos test de personalidad. Uno de ellos le dio un cero en afectividad. No es que careciese de afectividad, sino que la tenía reprimida o mal encauzada como reconocía el mismo José Ramón.

El día anterior a viajar al noviciado en Valladolid, su padre le invitó a una buena película “La rosa negra”. Al volver a casa su hermana Pepita les abrió la puerta y les comentó: “¿Cómo habéis dejado hoy precisamente a mamá?”.

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Documento completo en el siguiente enlace: José Ramón García-Murga, SM (1936-2022)


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