Juan Miguel Fernández calleja (1940-2023): Riojano de genio y ternura

Juan Miguel Fernández calleja (1940-2023): Riojano de genio y ternura

Escrito por Ignacio Otaño, SM

RIOJANO DE GENIO Y TERNURA

Los que se atreven a definir la idiosincrasia de un pueblo caracterizan a los riojanos como temperamentales y, al mismo tiempo, hospitalarios y abiertos.

Esa doble característica encarnaba Juan. Exigente hasta incluso llegar a producir cierto miedo, con su voz atronadora y contundente. Y, a la vez, cercano y comprensivo en el cara a cara con la persona.

A la exigencia firme conducía en parte la presión de la enseñanza de una época. Cuando Juan estaba de profesor en Valencia, los alumnos de 14 a 17 años tenían que presentarse tres veces a tribunales externos, con lo que ello implicaba de búsqueda de seguridad y eliminación de todo relajamiento o distracción.

Algunos que admiten que les imponía en clase, aprecian al profesor que se acercaba y se interesaba por ellos. El hombre bueno vencía al profesor hueso.

Rafael Corell fue uno de los que vivió los dos aspectos y se quedó con el de la bondad y la ternura. Fue alumno de Juan con 14 años. Le apabullaba su potente chorro de voz y, como otros compañeros, tenía miedo de que le preguntase o le sacase a la pizarra.

Pero en el patio era otra cosa.  Ahí,

“Juan mostraba un peculiar sentido del humor, y se comportaba como si fuera otra persona muy distinta a la que conocíamos en clase. Se acercaba a los alumnos, se transformaba y se interesaba por todos. Entonces comprendías que realmente te apreciaba y que lo que buscaba era sacar lo mejor de cada uno”.

Rafa, cuando terminó la carrera, fue contratado como profesor de Matemáticas y Física por el propio Juan, que era el director. En la visita que una vez Rafa le hizo en Siquem, nuestro hermano le preguntó por cada uno de los miembros de su familia, a la que conocía bien. Era el Juan de siempre. Seguía siendo “una persona entrañable, íntegra, maravillosa y un ejemplo a seguir para muchos de nosotros”.

Un alumno de muy buen fondo, pero que dio bastante guerra en el colegio de Valencia, fue el actual nuncio apostólico en la República Centroafricana y en la República del Chad, Santiago de Wit. Presidió la Eucaristía de acción de gracias por la vida de Juan que se celebró el mes pasado en Valencia y dijo en la homilía:

“En estos días, pensando en los motivos de agradecimiento, me di cuenta de lo presente que Juan había estado en mi vida. Lo recuerdo pronto, en momentos amargos y tristes, también en mi más insoportable adolescencia, haciendo de tripas corazón para no condenarme al ostracismo; más adelante, cuando esa adolescencia todavía insistía, haciendo gala de una paciencia y respeto con la que no todos me regalaron. Lo recuerdo en el patio, en los partidos de baloncesto, en la oración de los lunes, en la alegría del encuentro puntual e inesperado, el día de mi ordenación, en más momentos tristes y amargos, y en los encuentros raros que ya se produjeron, pero que siempre se asociaron al colegio, y en los que siempre me regalaba esa sonrisa amplia y diáfana que creo todos recordamos. Repito que estos son recuerdos personales, pero confieso que, a pesar de tener buenas y más estrechas relaciones con otros marianistas, dudo que puedan evocar y remitir a esa presencia, que yo llamaría acompañamiento, que el recuerdo de Juan Fernández deja en la memoria viva de mi vida”.

Chema Alvira, que convivió con Juan en Valencia y Zaragoza, confirma que en él siempre terminaba venciendo el hombre bueno, la ternura:

“Esa voz autoritaria imponía respeto a los alumnos y, probablemente, también a los profesores. Pero, cuando se le trataba de cerca, Juan inspiraba en todos ellos una enorme confianza y simpatía. He conocido a muchos alumnos, padres y profesores, que lo apreciaban, guardaban un magnífico recuerdo de su persona y sentían un enorme cariño hacia él”.

La bondad de Juan se notaba también en la comunidad. Dice el propio Chema:

“Juan era acogedor, cercano y muy servicial: un hermano excelente para la vida comunitaria. He conocido a lo largo de los años a bastantes hermanos que suponen un don precioso para la vida en comunidad. Juan era sin duda, a pesar de las apariencias iniciales, uno de ellos”.

Su hermano Zacarías reconoce que

“A pesar de sus voces, y de que su carácter podía ser duro y muy exigente, la verdad es que después resultaba cariñoso y familiar. Disfrutaba muchísimo con una partida de mus, con un vaso de vino, con un trozo de queso… pero siempre compartido con los buenos amigos, o en el ambiente familiar o en comunidad”.

Vamos a intentar ver en la trayectoria de vida de Juan los frutos de esa amalgama de genio y ternura.

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Documento completo en el siguiente enlace: Juan Miguel Fernández Calleja (1940-2023)


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