
18 Feb Ramón Iceta Olaizola (1945-2024): Bondad, sencillez y disponibilidad
Escrito por Ignacio Otaño, SM

Bondad, sencillez y disponibilidad
Estos son tres rasgos que destacan cuantos han conocido a Ramón. Por eso, a su muerte, le daban gracias en sendas esquelas su familia Iceta-Olaizola y su familia marianista: Gracias por el amor que nos has dado y Gracias por tu disponibilidad, bondad y sencillez.
Esas características plenamente marianas empezó a vivirlas ya en su casa y en ellas fue creciendo como marianista. Como signo, los once hermanos llevan el nombre de María en primer o segundo lugar.
En su vida marianista, hemos ido percibiendo su maduración en la aspiración y cumplimiento de lo que propone nuestra Regla de Vida: «esperamos reflejar en torno nuestro la cordialidad con que María acogió a Dios y a los hombres” (artículo 8)
En el funeral por Ramón, intensamente vivido, el Provincial, Iñaki Sarasua, explicaba por qué había elegido la lectura del evangelio de la Visitación de María: había recibido la noticia del fallecimiento cuando se encontraba en retiro espiritual con su comunidad de la Administración Provincial, meditando sobre el Adviento de María y el Magnificat. Le pareció que era muy adecuado para hablar de la vida de Ramón. Decía Iñaki en la homilía:
“El evangelio nos presenta a María en su encuentro con Isabel. Un encuentro personal, en la intimidad. Como María, también Ramón en el tú a tú ganaba mucho. Y no solo daba mucho; también recibía mucho. Como le pasó a María: fue donde su prima Isabel, a ayudarla, y sin embargo volvió con la sensación de haber recibido mucho más: el testimonio entrañable de una mujer de fe, y palabras sabias que la acompañarían durante toda su vida, como a Ramón: “dichoso tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Y se ha cumplido. El Señor prometió a Ramón que sería feliz siguiendo a Jesucristo en la vida religiosa marianista, y lo ha sido. Quienes lo hemos conocido, damos fe de ello. El Señor le prometió una fecundidad insospechada”.
Refiriéndose al salmo responsorial que habíamos proclamado, subrayó la certeza de que
“Ramón compartía cada vez con mayor hondura, conforme avanzaba en años y su fe se iba purificando, centrándose en lo verdaderamente esencial: ‘EL SEÑOR ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO. Como una madre siente ternura por sus hijos, así siente el Señor ternura por nosotros. Porque él conoce nuestra masa. Y sabe que somos de barro… La misericordia del Señor dura por siempre’”.
LOS ICETA OLAIZOLA
Once hermanos, hijos de Sabino y Pilar, siete chicos y cuatro chicas. Ramón era el séptimo. Su hermana Maitere es religiosa de la Compañía de María de la enseñanza y reside actualmente en Irún. 22 sobrinos. Su hermano mayor, Manuel, también religioso marianista, murió en la comunidad de Valencia el 19 de mayo de 2010 a los 76 años de edad. Igualmente se encontraron ya en el abrazo definitivo con el Padre sus padres, sus hermanos Juan y Sabino y su sobrino Jon.
No sé ni pretendo hacer una incursión en su árbol genealógico, pero sí me voy a permitir expresar alguna vivencia personal de mi tiempo infantil y adolescente en relación con la familia Iceta Olaizola, que recuerdo con emoción.

Ramón tenía siete años menos que yo, pero el grupo de amigos de su hermano y mi gran amigo Luis frecuentábamos mucho su casa, principalmente en vacaciones. Su muy cariñosa amatxo nos preparaba una sangría – supongo que, a causa de nuestra corta edad, con poco vino y mucha gaseosa o agua y azúcar – que nos sabía a gloria.
En su casa ensayábamos y luego representábamos obrillas de teatro, a las que acudía la chiquillería, incluido Ramón, y el entorno de familia y amistades. La casa de los Iceta Olaizola era hospitalaria por antonomasia.
Su hermano mayor, Manuel, antes de entrar en el noviciado nos alucinaba por su dominio del ajedrez. Ganaba a cada uno compitiendo con todos a la vez.
Dos tíos Olaizola de Ramón hacían la delicia de los peques y de los mayores de todo Donosti en el popular programa de radio “Canutillo y Soplete”. El tío Luis era Soplete. También participaba en el programa radiofónico humorístico su tío Juan José, en el personaje de Tafetán. En una de nuestras representaciones teatrales él estaba como espectador. De improviso irrumpió en la escena, descolocándonos a los actores, que teníamos los papeles aprendidos de memoria. Él mismo salvó la situación haciéndonos partir de risa a todos.
El tío José Antonio, que tenía el domicilio y el taller de relojería frente a la Brecha, muy cerca de mi casa, en la calle San Juan, era muy amigo de mi padre.
Pasados los años, cuando la madre de Ramón estuvo enferma, mi madre le visitaba con mucho cariño. Su relación venía de sus años jóvenes y el afecto era mutuo.
Por la línea Iceta, el tío Venancio era un venerado sacerdote, director espiritual en el seminario de Vitoria. Todos los veranos descansaba en la casa donostiarra de la calle Easo – entonces Víctor Pradera – número 8. Era para nosotros un hombre solemne que nos acogía muy cordialmente.
BROTES E INICIOS DE UNA VOCACIÓN
Cuando Ramón se decide a pedir su ingreso en el noviciado, afirma que es una aspiración experimentada ya vagamente desde niño, escondida luego durante un tiempo y reaparecida al repetir el quinto curso, penúltimo del bachillerato de entonces. Fue una idea que se hizo más fuerte en los ejercicios espirituales del colegio.
Cuando decide iniciar el camino de religioso marianista, no ignora el valor de lo que deja y de lo que emprende:
“Me gusta la vida de seglar. Me gustan, como a todos, las chicas, pero estoy decidido a seguir mi vocación para salvar almas y santificarme amando y sirviendo a la Virgen”.
Si quiere conocer más sobre la vida de Ramón Iceta, SM le invitamos a leer el documento TESTIGOS, en el siguiente enlace: RAMÓN ICETA OLAIZOLA (1945-2024): BONDAD, SENCILLEZ Y DISPONIBILIDAD
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